Proceso formativo
El camino hacia una vida plenamente entregada al Señor se construye paso a paso, a través de etapas que profundizan en la fe, el compromiso y la misión. En este espacio descubrirás cómo acompañamos y formamos a quienes responden al llamado de Jesús, guiándolas con amor y dedicación en cada momento de su vocación.
1. Acompañamiento vocacional
“Convencidas de que el testimonio constituye una fuerte invitación a seguir a Cristo, nos comprometemos a ser una comunidad que vive en la fraternidad y con gozo la propia vocación”. Agradecidas por el don recibido, pedimos al Padre que suscite obreros para nuestro tiempo” (Const. No 87).
2. Aspirantado
Constituye el paso progresivo de la familia y ambiente de origen a la Congregación en comunidad, en uno de los lugares de misión en el país donde se encuentra el Instituto.
3. Postulantado
“La joven, con la ayuda de la formadora, verifica su madurez humana, profundiza la vida cristiana en el estudio y la relación personal con Cristo, experimenta las exigencias y las dimensiones de vida de la Congregación y discierne la autenticidad de su llamada a la vida paulina. El Instituto, a su vez, tiene la posibilidad de conocer a la joven y de comprobar su idoneidad” (Const. No 91).
4. Noviciado
“El noviciado es la verdadera iniciación a la vida religiosa paulina. Es un tiempo reservado a la reflexión, a la ascesis y a la contemplación durante el cual la novicia se adhiere profundamente a Cristo en el conocimiento y en la práctica de los consejos evangélicos” (Const. No 94).
5. Juniorado
“El juniorado corresponde al período de los votos temporales. Es un tiempo en que la joven profesa, más adentrada en la vida y misión del Instituto, continúa el proceso de maduración vocacional y de unificación de su vida en Cristo; comprueba su capacidad de vivir para siempre las exigencias del carisma paulino y se prepara para la consagración definitiva.” (Const. No 103).
6. Formación permanente
“Consagradas por Dios para siempre (…) En un proceso de autoformación nos abrimos a una continua renovación, valorando los medios de información y formación que el Instituto, la Iglesia, y la sociedad ponen en nuestra disposición. Nos esforzamos por crecer en la capacidad de discernimiento, reflexión crítica y fecundidad apostólica” (Const. No 110).