09 de diciembre

Caminando con Jesús

Caminar con Jesús permitió a los discípulos experimentar, de primera mano, la compasión y la gracia de Dios en acción. Caminar con Jesús hoy, no debería ser diferente. Su compasión y su gracia siguen disponibles para quien quiera experimentarlas.

 “Hoy hemos visto maravillas”

(Lc 5, 17-26)

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

La venida del “Dios con nosotros” que aguardamos en este ritmo de la segunda semana de Adviento presenta en la lectura del evangelio de Lucas dos actitudes de acogida de su manifestación de forma diversa. La primera, la de los fariseos y maestros de la Ley quienes, escuchando sus enseñanzas, permanecen sentados y se mantienen al margen, parecen indiferentes; sin embargo, no lo es porque se preguntan por la identidad de Jesús: ¿Quién es? Y esperando una respuesta, Él mismo la da con la manifestación de sus obras.

La segunda actitud, es profundamente activa y está determinada por los hombres que llevaron al paralítico hasta Jesús y lo hicieron posible por todos los medios, tanto que despertó en ellos la creatividad: “lo descolgaron con la camilla a través de las tejas”. El dinamismo de la fe se opone a la actitud pasiva de los fariseos y maestros de la Ley que buscan condicionar la manifestación del Hijo de Dios y sus obras, es decir, sus milagros. Fariseos y maestros de la ley como la gente de Galilea tuvieron la posibilidad de escuchar las enseñanzas del Hijo del hombre y contemplar sus maravillas, pero la actitud del corazón a través de la cual fue acogida su obra marcó la diferencia y lo que para fariseos y maestros de la Ley no era posible lo fue para quien creyendo creyó contra toda esperanza.

 

Reflexionemos: Cuando escucho la Palabra que hoy es la manifestación de la presencia de Jesús entre nosotros ¿cuál es mi actitud? La de hacer preguntas a la Palabra que intentan ponerle límite a la acción de Dios, o la del abandono y la confianza de los hombres que llevaron al paralítico a toda costa hasta Jesús, porque conocían de su poder y de sus milagros y escuchado de sus curaciones sabían que era posible lo imposible.

 

Oremos: Ven, Señor Jesús, y cura mis parálisis, que al encontrarme contigo camine, me coloque en pie, tome mi camilla y recorra con confianza el camino, sintiendo que tú vienes conmigo. Gracias por quienes me ayudan a cargar mi camilla y la llevan hasta Jesús para que aliente mi existencia. Amén.

 

Actuemos: En medio de las realidades de parálisis que vive la humanidad hoy es preciso como los hombres del Evangelio cargar a las personas y llevarlas hasta Jesús para que se levanten, tomen su camilla y anden. ¿A quién puedo llevar al gozo de este encuentro? Medito y contemplo como puedo hacer posible este milagro hoy.

 

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