08 de marzo

Liturgia diaria

En nuestro caminar diario, encontramos en la Palabra de Dios una fuente inagotable de sabiduría, consuelo y guía. La Liturgia del Día nos conecta con la Iglesia universal, permitiéndonos reflexionar y meditar sobre las Escrituras junto a millones de fieles en todo el mundo. Cada lectura es una oportunidad para escuchar la voz de Dios, que nos llama a vivir en su amor y seguir sus enseñanzas.

Escucha La Palabra de Dios para cada día

Primera Lectura

Lectura de la Profecía de Oseas 14, 2-10

Esto dice el Señor: “Vuelve, Israel, al Señor tu Dios, porque tropezaste por tu falta. Tomen sus promesas con ustedes, y vuelvan al Señor. Díganle: ‘Tú quitas toda falta, acepta el pacto. Pagaremos con nuestra confesión: Asiria no nos salvará, no volveremos a montar a caballo, y no llamaremos ya nuestro Dios a la obra de nuestras manos. En ti el huérfano encuentra compasión’. ‘Curaré su deslealtad, los amaré generosamente, porque mi ira se apartó de ellos. Seré para Israel como el rocío, florecerá como el lirio, echará sus raíces como los cedros del Líbano. Brotaran sus retoños y serán su esplendor como el olivo, y su perfume como el del Líbano. Regresarán los que habitaban a su sombra, revivirán como el trigo, florecerán como la viña, será su nombre como el del vino del Líbano. Efraín, ¿qué tengo que ver con los ídolos? Yo soy quien le responde y lo vigila. Yo soy como un ciprés siempre verde, de mí procede tu fruto’. ¿Quién será sabio, para comprender estas cosas, inteligente, para conocerlas? Porque los caminos del Señor son rectos: los justos los transitan, pero los traidores tropiezan en ellos”.

 

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

 

Salmo responsorial 80, 6c-11ab.14.17

R. Yo soy el Señor, Dios tuyo; escucha mi voz.

Oigo un lenguaje desconocido: “Retiré sus hombros de la carga, y sus manos dejaron la espuerta. Clamaste en la aflicción, y te libré / R.
Te respondí oculto entre los truenos, te puse a prueba junto a la fuente de Meribá. Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti; ¡ojalá me escuchases, Israel! / R.
No tendrás un dios extraño, no adorarás un dios extranjero; yo soy el Señor, Dios tuyo, que te saqué de la tierra de Egipto / R.
¡Ojalá me escuchase mi pueblo y caminase Israel por mi camino! Los alimentaría con flor de harina, los saciaría con miel silvestre” / R.

Aclamación antes del Evangelio (Jn 8, 12b)

“Conviértanse –dice el Señor–, porque está cerca el reino de los cielos”.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 28b-34

“El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y lo amarás”

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Qué mandamiento es el primero de todos?”. Respondió Jesús: “El primero es: ‘Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser’. El segundo es este: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. No hay mandamiento mayor que estos”. El escriba replicó: “Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de Él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios”. Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: “No estás lejos del reino de Dios”. Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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