08 de julio

Liturgia diaria

En nuestro caminar diario, encontramos en la Palabra de Dios una fuente inagotable de sabiduría, consuelo y guía. La Liturgia del Día nos conecta con la Iglesia universal, permitiéndonos reflexionar y meditar sobre las Escrituras junto a millones de fieles en todo el mundo. Cada lectura es una oportunidad para escuchar la voz de Dios, que nos llama a vivir en su amor y seguir sus enseñanzas.

Escucha La Palabra de Dios para cada día

Primera Lectura

Lectura de la profecía de Oseas 2, 16. 17b-18. 21-22

Esto dice el Señor: “Yo la persuado, la llevo al desierto, le hablo al corazón. Allí responderá como en los días de su juventud, como el día de su salida de Egipto. Aquel día –oráculo del Señor–, me llamarás “esposo mío”, y ya no me llamarás “mi amo”. Me desposaré contigo para siempre, me desposaré contigo en justicia y en derecho, en misericordia y en ternura, me desposaré contigo en fidelidad y conocerás al Señor”.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

 

Salmo responsorial 144, 2-9

R. El Señor es clemente y misericordioso.

Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás. Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza / R.
Una generación pondera tus obras a la otra, y le cuenta tus hazañas. Alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas / R.
Encarecen ellos tus temibles proezas, y yo narro tus grandes acciones; difunden la memoria de tu inmensa bondad, y aclaman tu justicia / R.

Aclamación antes del evangelio  (Cf. 2Tm 1, 10)

“Nuestro Salvador, Cristo Jesús, destruyó la muerte, e hizo brillar la vida por medio del Evangelio”.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 18-26

“Mi hija acaba de morir, pero ven tú, y vivirá”

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se acercó un jefe de los judíos que se arrodilló ante Él y le dijo: “Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, impón tu mano sobre ella y vivirá”. Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos. Entre tanto, una mujer que sufría flujos de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orla del manto, pensando que con solo tocarle el manto se curaría. Jesús se volvió y al verla le dijo: “¡Ánimo, hija! Tu fe te ha salvado”. Y en aquel momento quedó curada la mujer. Jesús llegó a casa de aquel jefe y, al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, dijo: “¡Retírense! La niña no está muerta, está dormida”. Se reían de Él. Cuando echaron a la gente, entró Él, cogió a la niña de la mano, y ella se levantó. La noticia se divulgó por toda aquella comarca.

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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