08 de enero

Liturgia diaria

En nuestro caminar diario, encontramos en la Palabra de Dios una fuente inagotable de sabiduría, consuelo y guía. La Liturgia del Día nos conecta con la Iglesia universal, permitiéndonos reflexionar y meditar sobre las Escrituras junto a millones de fieles en todo el mundo. Cada lectura es una oportunidad para escuchar la voz de Dios, que nos llama a vivir en su amor y seguir sus enseñanzas.

Escucha La Palabra de Dios para cada día

Primera Lectura

Lectura del libro de Isaías 60, 1-6

Levántate y sonríe, Jerusalén, que ya llega tu luz, y brilla en ti la gloria del Señor. Aunque cubran la tierra las tinieblas y la noche envuelva a las naciones, el Señor irradia sobre ti su luz, y su gloria se revela en ti. A tu luz acudirán los pueblos, los reyes buscarán el brillo de tu aurora. Alza la vista y mira alrededor cuántos vienen en tropel hacia ti. Son tus hijos que llegan desde lejos, a tus hijas las traen en brazos. Al verlos, te pondrás radiante de alegría. Y se conmoverá y ensanchará tu corazón, cuando lleguen a tus manos los tesoros del mar, y te traigan las riquezas de los pueblos. Te inundarán caravanas de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Vendrán multitudes de Sabá, cargadas de oro y de incienso, y proclamando las alabanzas del Señor.

 

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

 

Salmo responsorial 71, 1-2. 7-8. 10b-13

R. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.

Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud /R.
Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; que domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra / R.
Los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo. Los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones; póstrense ante Él todos los reyes, y sírvanle todos los pueblos/ R.

Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; Él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres / R.

Segunda Lectura

Lectura de la Carta del apóstol san Pablo a los Efesios 3, 2-3a. 5-6

Hermanos: Sin duda han oído cómo Dios en su bondad dispuso encargarme una misión a favor de ustedes. Pues Él me dio a conocer por revelación su designio: designio que no había dado a conocer a los hombres de otras épocas, pero que ahora ha revelado por medio de su Espíritu a sus santos apóstoles y profetas. La revelación es esta: que ustedes los gentiles, aceptando el evangelio, participan en Cristo Jesús de la misma herencia,  del mismo cuerpo y de las mismas promesas que el pueblo de Israel.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

Aclamación antes del Evangelio (Cf. Mt 2, 2)

Vimos cuando apareció su estrella y venimos a rendir homenaje al Señor.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 2, 1-12

Venimos del Oriente a rendir homenaje al Rey

Después que nació Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, llegaron a Jerusalén desde el Oriente unos sabios y preguntaron: “¿Dónde está el Rey de los Judíos, que acaba de nacer? Porque vimos cuando apareció su estrella y venimos a rendirle homenaje”. Cuando el rey Herodes oyó esto, se preocupó mucho, y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo judío, para preguntarles dónde debía nacer el Mesías. Ellos le respondieron: “En Belén de Judea, porque así está consignado en la Escritura por mano del profeta: ‘Tú, Belén, tierra de Judá, de ningún modo eres la menor de las ciudades de Judá, pues de ti saldrá un gobernante, que será el pastor de mi pueblo Israel’”. Entonces Herodes llamó en secreto a los sabios y les pidió que le precisaran la fecha en que había aparecido la estrella. Luego los mandó a Belén y les dijo: “Vayan y averigüen con exactitud lo referente al niño. Cuando lo encuentren, vengan a avisarme, para ir yo también a rendirle homenaje”. Con este encargo del rey se pusieron en camino. Y la estrella que ellos habían visto aparecer, los fue guiando, hasta que al llegar encima del sitio donde estaba el niño, se detuvo.  Al ver la estrella, se pusieron muy felices. Y una vez en la casa, vieron al niño con María, su madre, cayeron de rodillas y le rindieron homenaje. Luego abrieron sus cofres y le ofrecieron como regalo oro, incienso y mirra. Y como Dios les indicó en un sueño que no volvieran a donde Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

 

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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