“Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco”
(Mc 1, 7-11)
Reflexionemos: “El bautismo es el sacramento fundamental y la condición previa de todos los otros. Nos une a Jesucristo, nos introduce en su muerte salvífica en la cruz, por ellos nos libera del poder del pecado original y de todos los pecados personales, y nos permite Resucitar con Él” (del libro Naciendo a la vida cristiana, Paulinas, Colombia).
Oremos: Jesús Maestro, tú eres la vida y por medio de ella nos das la gracia santificante en el misterio de tu presencia. Haz que a través de los sacramentos pueda experimentar que mi relación con los demás es solidaria y en paz. Amén.
Actuemos: Para contemplar a Jesús Vida: en mi camino cotidiano de fe, ¿soy consciente del sacramento del bautismo en mi vida?, ¿qué hago para reconocer la experiencia de la gracia de este sacramento?
Recordemos: Detrás de mí viene el que es más poderoso que yo, ante quien no soy digno de inclinarme para desatar la correa de sus sandalias.
Profundicemos: “Que gracia cuando un cristiano se hace portador de Jesús al mundo, sobre todo para aquellos que están atravesando situaciones de luto, de desesperación, de oscuridad y de odio, y esto se comprende de tantos pequeños detalles: de la luz que un cristiano custodia en los ojos, de la serenidad que no es quebrada ni siquiera en los días más complicados, del deseo de recomenzar a querer bien y caminar incluso cuando se han experimentado muchas desilusiones” (del libro Naciendo a la vida cristiana, Paulinas, Colombia).
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