05 de octubre

Caminando con Jesús

Caminar con Jesús permitió a los discípulos experimentar, de primera mano, la compasión y la gracia de Dios en acción. Caminar con Jesús hoy, no debería ser diferente. Su compasión y su gracia siguen disponibles para quien quiera experimentarlas.

 “Descansará sobre ellos su paz”

(Lc 10,1-12)

Después de haber presentado Jesús las exigencias del discipulado en el camino a Jerusalén, ahora llama a los 72 para enviarlos de dos en dos, y la actitud de enviarlos delante indica la continuidad y progresividad en este camino que el discípulo recorre junto a Jesús, de hecho, la expresión de Jesús: “pónganse en camino” coloca en evidencia algunos signos y rasgos vocacionales propios del discipulado.

La imagen de la frase al enviar a los discípulos como “corderos en medio de lobos” coloca en evidencia las adversidades y los peligros que precisamente el discípulo debe sortear para mantener su fidelidad y adhesión al Maestro, porque el discípulo corre la misma suerte del Maestro.

No llevar para el camino bolsa, alforja y sandalias señala la capacidad de desprendimiento en el discipulado y la certeza de la absoluta confianza en Dios, en la bolsa se acostumbraba a llevar el dinero que da seguridad frente a las necesidades básicas, la alforja indica la seguridad del agua en el desierto y las sandalias indican la protección para el camino, signo de la dignidad.

El signo de la paz que lleva el discípulo a la casa es el mismo signo del Maestro Resucitado, quien ha traído a los discípulos miedosos y temerosos la paz. Un signo de paz que no teme quedarse si es acogido pero que vuelve a quien lo da si este es rechazado. El discípulo está llamado a hacer evidente algunos signos del Reino, entre ellos, la acogida de la cultura indicada en el signo de la comida y el curar a los enfermos.

 

Reflexionemos: Muchos son los llamados que hoy podemos acoger del don de la Palabra leída, orada y meditada. Reconozco aquellos que hoy me son más cercanos y hablan a mi corazón y dejemos que iluminen la cotidianidad de nuestra entrega, de nuestra vocación, especialmente cultivemos el signo de la paz.

 

Oremos: Jesús Maestro, Camino, Verdad y Vida concédeme la gracia de vivir en paz todas las realidades que en mi existencia debo sortear. Que ante ellas no tenga miedo porque caminas conmigo. Amén.

 

Actuemos: Acojo en el lugar donde me encuentro la invitación de Jesús: “rueguen, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies” con la certeza que toda vocación es don y gracia.

 

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