05 de febrero

Liturgia diaria

En nuestro caminar diario, encontramos en la Palabra de Dios una fuente inagotable de sabiduría, consuelo y guía. La Liturgia del Día nos conecta con la Iglesia universal, permitiéndonos reflexionar y meditar sobre las Escrituras junto a millones de fieles en todo el mundo. Cada lectura es una oportunidad para escuchar la voz de Dios, que nos llama a vivir en su amor y seguir sus enseñanzas.

Escucha La Palabra de Dios para cada día

Primera Lectura

Lectura de la Carta a los Hebreos 12, 4-7. 11-15

Hermanos: Todavía no han llegado a la sangre en su pelea contra el pecado, y han olvidado la exhortación paternal que les dieron: “Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor, ni te desanimes por su reprensión; porque el Señor reprende a los que ama y castiga a sus hijos preferidos”. Ustedes soportan la prueba para su corrección, porque Dios los trata como a hijos, pues, ¿qué padre no corrige a sus hijos? Ninguna corrección resulta agradable, en el momento, sino que duele; pero luego produce fruto apacible de justicia a los ejercitados en ella. Por eso, fortalezcan las manos débiles, robustezcan las rodillas vacilantes, y caminen por una senda llana: así el pie cojo, no se retuerce, sino que se cura. Busquen la paz con todos y la santificación, sin la cual nadie verá al Señor. Procuren que nadie se quede sin la gracia de Dios, y que ninguna raíz amarga rebrote y haga daño, contaminando a muchos. 

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

 

Salmo responsorial 102, 1-2. 13-14. 17-18a

R. La misericordia del Señor dura por siempre, para aquellos que le temen.

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios / R.
Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por los que le temen; porque Él conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro / R.
La misericordia del Señor dura siempre y por siempre, para aquellos que le temen; su justicia pasa de hijos a nietos: para los que guardan la alianza / R.

Aclamación antes del Evangelio (Jn 10, 27)

“Mis ovejas escuchan mi voz –dice el Señor–, y yo las conozco, y ellas me siguen”.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 6, 1-6

“No desprecian a un profeta más que en su tierra”

En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: “¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas, ¿no viven con nosotros aquí?”. Y se escandalizaban a cuenta de Él. Jesús les decía: “No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa”. No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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