04 de febrero

Caminando con Jesús

Caminar con Jesús permitió a los discípulos experimentar, de primera mano, la compasión y la gracia de Dios en acción. Caminar con Jesús hoy, no debería ser diferente. Su compasión y su gracia siguen disponibles para quien quiera experimentarlas.

“Curó a muchos enfermos de diversos males”

(Mc 1, 29-39)

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

Hay que tener en cuenta que todos los acontecimientos que nos narra el evangelista Marcos en el capítulo 1 se colocan en el marco de una jornada vivida por Jesús en Cafarnaúm. La primera acción fue la curación de un endemoniado, como lo vimos en el relato del domingo pasado. Luego continúa con la curación de la suegra de Pedro; se describe la situación en la que se encontraba la mujer; después Jesús la cura; finalmente la mujer atestigua con su servicio que realmente fue sanada. Dos verbos con sentido cristológico sobresalen: egeiren (levantarse) que evoca la resurrección y diekonei (servir) que hace alusión al Jesús que se hizo siervo.

Este milagro sirve de antesala para lo que acontecerá al atardecer de la jornada: Jesús se dedica a la atención de la multitud de enfermos y endemoniados, el ejercicio de esta misión no solamente es un signo de la cercanía del Reino de Dios, sino que consiste en una clara demostración de un especial deseo de Dios: volcarse hacia el ser humano para hacerle el bien y mostrar su corazón misericordioso. Vemos a un Jesús a quien le llevan el dolor y el sufrimiento de toda la humanidad y él lo transforma en vida, en salvación, en alegría. Después, hay un momento importante en esta dura jornada del Maestro: se levanta temprano y se retira a un lugar solitario, allí donde puede escuchar la voz de Dios. Él sabe que la fuente poderosa de su hablar y actuar es alimentarse del Padre, fuente vital que lo llevará a otros lugares a evangelizar, dándoles la oportunidad a otras personas de experimentar la misericordiosa cercanía del reinado de Dios.

 

Oremos: Señor, permite que yo sepa vivir tu estilo de vida, quiero enamorarme más de Ti para poder ser fiel a mi vida de oración y así convertirme en un misionero de tu amor en medio de la humanidad. Amén.

 

Actuemos: ¿Cuál es mi actitud ante el dolor y el sufrimiento de los demás? ¿Qué será lo que me está pidiendo el Señor?

 

Recordemos: Recordemos un caso concreto en nuestra vida familiar o de grupo, en el cual hayamos actuado como Jesús, dando vida a otros. ¿Qué aportó esto a nuestra vida?

 

Profundicemos: “Entonces curó a muchos que estaban mal por diversas enfermedades”.

 

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