28 de enero

Liturgia diaria

En nuestro caminar diario, encontramos en la Palabra de Dios una fuente inagotable de sabiduría, consuelo y guía. La Liturgia del Día nos conecta con la Iglesia universal, permitiéndonos reflexionar y meditar sobre las Escrituras junto a millones de fieles en todo el mundo. Cada lectura es una oportunidad para escuchar la voz de Dios, que nos llama a vivir en su amor y seguir sus enseñanzas.

Escucha La Palabra de Dios para cada día

Primera Lectura

Lectura de la Carta a los Hebreos 10, 1-10

Hermanos: La ley, que presenta solo una sombra de los bienes futuros y no la realidad misma de las cosas, no puede nunca hacer perfectos a los que se acercan, pues lo hacen año tras año y ofrecen siempre los mismos sacrificios. Si no fuera así, ¿no habrían dejado de ofrecerse, porque los ministros del culto, purificados de una vez para siempre, no tendrían ya ningún pecado sobre su conciencia? Pero, en realidad, con estos sacrificios se recuerdan, año tras año, los pecados. Porque es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados. Por eso, al entrar Él en el mundo dice: “Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije: He aquí que vengo –pues está escrito en el comienzo del libro acerca de mí– para hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad”. Primero dice: “Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, ni holocaustos, ni víctimas expiatorias”, que se ofrecen según la ley. Después añade: “He aquí que vengo para hacer tu voluntad”. Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

Salmo responsorial 39, 2. 4ab. 7-8a. 10-11

R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Yo esperaba con ansia al Señor; Él se inclinó y escuchó mi grito. Me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios / R.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios; entonces yo digo: “Aquí estoy” / R.
He proclamado tu justicia ante la gran asamblea; no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes / R.
No me he guardado en el pecho tu justicia, he contado tu fidelidad y tu salvación, no he negado tu misericordia y tu lealtad ante la gran asamblea / R.

Aclamación antes del Evangelio (Mt 11, 25)

“Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del reino a los pequeños”.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 3, 31-35

“El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre”

En aquel tiempo, llegaron la madre de Jesús y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dice: “Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan”. Él les pregunta: “¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?”. Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice: “Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre”.

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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