“El Poderoso ha hecho obras grandes en mí”
(Lc 1, 46-56)
Concluimos hoy la experiencia de la Palabra en compañía de María, con este canto bellísimo de la tradición de la vida cristiana, expresado en lo que comúnmente llamamos el Magníficat, el fíat, el hágase en mí.
El canto nos coloca en sintonía con María y sus sentimientos, sin embargo, el texto no solo evoca su canto como un acontecimiento aislado en la historia de salvación, sino, así como María, ya Ana en la tradición veterotestamentaria, había cantado esta predilección de Yahvé en su vida, porque precisamente la condición de infertilidad que vivía la constituía una mujer estigmatizada para la sociedad de la época. Por tanto, el canto de amor y predilección de Dios en sus vidas y el cumplimiento de la realización de las promesas en la historia de salvación es la manifestación de Dios en todo tiempo y lugar, reflejada en el amor y predilección por sus criaturas.
Cantamos con María y Ana, con las mujeres de la historia de salvación, de nuestro pueblo, de ayer y hoy, y de los nuevos tiempos, quienes, alcanzando las bendiciones de Dios, han tejido y contemplado su manifestación. Su auxilio nos alcanzó a través de ellas y en ellas la misericordia de Dios, experiencia viva que contemplamos y celebramos porque creemos en sus promesas, y cada vez que ellas se renuevan es posible hacer experiencia viva de nuestra fe, cantar junto al “Dios con nosotros”.
El texto finaliza diciendo: “María se quedó con Isabel unos tres meses y volvió a casa”, es el tiempo preciso para madurar y crecer en la gracia, para asumir la misión de ser madre del Hijo de Dios, pues ya lo había visto, contemplado y cuidado en la vida que aconteció en Isabel junto a su hijo Juan, y en este misterio acogió el suyo, fue el tiempo de la disposición total de su ser.
Reflexionemos: El Magníficat es el canto del corazón agradecido de María, después de la visita del ángel y de la confirmación de su misión en la historia de salvación. ¿Cuál es el canto de mi vida vivido en el caminar de mi existencia hoy?
Oremos: Padre bueno y Dios de la vida, junto a María, canto con alegría y gozo por todos los dones que en mi vida son bendición y se constituyen en expresión de tu bondad paterna y materna para conmigo, mi familia, mi comunidad de camino en la fe.
Actuemos: Los acontecimientos que vivo en mi vida ¿con qué actitudes los vivo: con un canto agradecido que reconoce la acción de Dios o simplemente vivo la existencia dejando que ella acontezca?
Recomendado: Material de temporada 2024