02 de agosto

Caminando con Jesús

Caminar con Jesús permitió a los discípulos experimentar, de primera mano, la compasión y la gracia de Dios en acción. Caminar con Jesús hoy, no debería ser diferente. Su compasión y su gracia siguen disponibles para quien quiera experimentarlas.

¿No es el hijo del carpintero? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?

(Mt 13, 54-58)

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

En el Evangelio de Mateo, nos encontramos con Jesús Maestro, que nos lleva a hacer experiencia de Dios en la vida cotidiana. El texto de hoy nos dice que: “Jesús fue a su ciudad y se puso a enseñar en su sinagoga”. Y aquí se encuentra con el rechazo frontal de sus compatriotas…“¿De dónde saca este esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?”. Conocen los orígenes humildes de Jesús, pero a Él, no lo conocen; se cierran en sus propias ideas y se rehúsan a las enseñanzas de Jesús expresada en la sabiduría de su Palabra que engendra vida, un hombre de silencio pero que transforma y escribe una nueva historia, un hombre que nos abre desde dentro al conocimiento de Dios que visita y camina al lado de su pueblo.

Jesús, por su parte también se escandaliza por su falta de fe e incredulidad, pero no se niega a ser Buena Noticia del Reino.

Preguntémonos: Soy de los incluyo a Dios en mis planes de cada día, permitiendo que mi fe crezca desde un silencio contemplativo y acogedor en los pequeños gestos donde Dios me revela su presencia?

       

Oremos: Dios, que tu amor abra mi corazón para descubrirte y acogerte en los gestos sencillos y cotidianos de quienes están a mi lado. Amén.

Actuemos: Hacer experiencia de Dios, desde la escucha atenta de la Palabra.

Recordemos: “Solo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta”.

Profundicemos: “Esto dice el Señor: Si no me obedecen y cumplen la ley que les promulgué, si no escuchan las palabras de mis siervos los profetas, que les he enviado sin cesar (a pesar de que no hacían caso), trataré a este templo como al de Siló, y haré de esta ciudad fórmula de maldición para todos los pueblos de la tierra”. (Jer. 26,4-6)

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