“Jesús nacerá de María, desposada con José, hijo de David”
(Mt 1, 18-24)
Con el inicio de la novena de Navidad en torno al pesebre vivimos un tiempo muy familiar, de encuentro, en que es preciso cuidar para no perder, en el ruido, las luces, las comidas, los desplazamientos, la profundidad de la espiritualidad de la encarnación. Nos preparamos esta semana para estar presentes no en lo aparente, sino en la contemplación del misterio. Hoy nos acompañan María y José, los personajes centrales de Belén. De María, las festividades celebradas han permitido adentrarnos en su entrega, hoy contemplamos el misterio de la fe de José. María era prometida de José, según la tradición de su pueblo judío no vivían juntos, sin embargo, José tiene que enfrentarse a la realidad de su embarazo, algo absurdo para la época, de ahí, que el texto haga énfasis en las palabras: “José, su esposo, como era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en privado”, porque al ser denunciada, según la tradición era apedreada, repudiarla en privado significaba no contraer matrimonio con ella. Sin embargo, el ángel del Señor se le aparece y comienza para José una experiencia que jamás entenderá, y que la vive en la fe, porque solo la persona que hace la experiencia es quien la vive, los demás no lo entenderán, por más que se trate de explicar, porque no están viviendo la situación desde la fe sino desde la razón, desde sus lógicas. “José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo”. Y este misterio es lo que lleva a José a vivir la experiencia de ser el padre adoptivo de Jesús, es también el instrumento para que el pueblo de Israel vea cumplida la promesa: “Todo sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por medio del profeta”.
Reflexionemos: Los grandes proyectos de mi vida ¿los acojo desde la lógica de la razón o me abro al misterio de Dios, que no entiendo, pero me pide un salto en la fe?
Oremos: Padre bueno y Dios de la vida, concédeme la gracia de la fe. Una fe viva que unida al proyecto de Dios Padre coopere en la salvación. Una fe audaz como la de José, una fe confiada como la de María, una fe abierta a la escucha como la voz del ángel.
Actuemos: ¿Qué experiencias de mi vida personal, familiar, laboral o profesional hoy me está pidiendo el Señor vivirlas en la fe de José?
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