“Vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: ‘Sígueme’” (Mc 2, 13)

El evangelio de hoy nos presenta la vocación de Leví o Mateo. Él era hijo de Alfeo y trabajaba como recaudador de impuestos en Cafarnaún. Los recaudadores no tenían buena fama en el tiempo de Jesús. Eran considerados impuros, por el contacto que tenían con monedas extranjeras y traidores del pueblo, por trabajar para el imperio que los oprimía con sus impuestos. Pese a ello, Jesús llama a Leví en su lugar de trabajo y lo invita a seguirlo. Este responde a su llamado levantándose de la mesa de recaudación y mostrando a Jesús, su deseo de romper con su pasado y abrirse a la nueva vida que le ofrece. Con el llamado de Leví, Jesús abre la posibilidad a los publicanos y pecadores para ser sus seguidores y alimentarse de sus enseñanzas. Así mismo, les muestra amor y la misericordia que Dios tiene por ellos, y su gran anhelo de ayudarles a enmendar su camino. Experimentemos en esta jornada a la luz de la historia de Leví, el gran amor que Dios siente por cada uno de nosotros.

Reflexionemos:

¿Cómo experimentamos en nuestra vida el amor y la misericordia de Dios?, ¿cómo podemos aprovechar este Tiempo Ordinario para acoger la llamada que Jesús nos hace de seguirlo?

Oremos:

Gracias, Señor, por llamarnos a ser tus discípulos como Leví. Gracias por escogernos pese a nuestras fragilidades personales o realidades de pecado. Gracias por invitarnos a construir desde tú Palabra y tu seguimiento, un nuevo referente de vida. Amén

Recordemos:

Dios nos llama a todos por igual a ser sus discípulos.

Actuemos:

Agradezcamos en este día al Señor por los llamados que nos hace de seguirlo desde los diferentes lugares en que vivimos y unir nuestra vida a él.

Profundicemos:

Seguir a Jesús es una experiencia apasionante que llena de sentido nuestra existencia y hace de todo lo que somos un don para los demás (Libro: Seguir a Jesús sin volverte un marciano).