15 de mayo

Liturgia diaria

En nuestro caminar diario, encontramos en la Palabra de Dios una fuente inagotable de sabiduría, consuelo y guía. La Liturgia del Día nos conecta con la Iglesia universal, permitiéndonos reflexionar y meditar sobre las Escrituras junto a millones de fieles en todo el mundo. Cada lectura es una oportunidad para escuchar la voz de Dios, que nos llama a vivir en su amor y seguir sus enseñanzas.

Escucha La Palabra de Dios para cada día

Primera Lectura

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 20, 28-38

En aquellos días, dijo Pablo a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso “Tengan cuidado de ustedes y de todo el rebaño sobre el que el Espíritu Santo los ha puesto como guardianes para pastorear la Iglesia de Dios, que Él se adquirió con la sangre de su propio Hijo. Yo sé que, cuando los deje, se meterán entre ustedes lobos feroces, que no tendrán piedad del rebaño. Incluso de entre ustedes mismos surgirán algunos que hablarán cosas perversas para arrastrar a los discípulos en pos de sí. Por eso, estén alerta: acuérdense de que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular. Ahora los encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia que tiene poder para construirlos y hacerlos partícipes de la herencia con todos los santificados. De ninguno he codiciado dinero, oro ni ropa. Bien saben que estas manos han bastado para cubrir mis necesidades y las de los que están conmigo. Siempre les he enseñado que es trabajando como se debe socorrer a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús, que dijo: ‘Hay más dicha en dar que en recibir’”. Cuando terminó de hablar, se puso de rodillas y oró con todos ellos. Entonces todos comenzaron a llorar y, echándose al cuello de Pablo, lo besaban; lo que más pena les daba de lo que había dicho era que no volverían a ver su rostro. Y lo acompañaron hasta la nave.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

 

Salmo responsorial 67, 29-30. 33-36c

R. Reyes de la tierra, canten a Dios.

Oh, Dios, despliega tu poder, tu poder, oh, Dios, que actúa en favor nuestro. A tu templo de Jerusalén traigan los reyes su tributo / R.
Reyes de la tierra, canten a Dios, toquen para el Señor, toquen para Dios, que avanza por los cielos, los cielos antiquísimos; que lanza su voz, su voz poderosa. “Reconozcan el poder de Dios” / R.
Sobre Israel resplandece su majestad, y su poder, sobre las nubes. ¡Dios sea bendito! / R.

Aclamación antes del Evangelio (Cf. Jn 17, 17b. a)

“Tu palabra, Señor, es verdad; santifícanos en la verdad”.

Lectura del santo Evangelio según san Juan 17, 11b-19

“Que sean uno, como nosotros”

En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús diciendo: “Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad”.

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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