“No ha nacido uno más grande que Juan el Bautista”
(Mt 11, 11-15)
El texto del evangelista Mateo coloca en boca de Jesús, quien se dirige a la multitud, la presentación en cierto sentido que él hace de Juan el Bautista, teniendo en cuenta que el autor sagrado se está dirigiendo a un público destinatario judío. El ritmo de la Palabra, en este tiempo de espera, nos acompaña a través de la persona de Juan Bautista, quien según el autor sagrado: “… aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él”. La descripción “los profetas y la ley han profetizado hasta que vino Juan” nos sitúa en todo el camino que el pueblo de Dios ha recorrido en la espera de la manifestación del Hijo de Dios, de hecho, los profetas como Elías, a quien escuchamos durante este tiempo, generalmente en la primera lectura, anuncia con esperanza la venida mesiánica en la plenitud de los tiempos como una promesa de liberación del pueblo de Israel.
Algunas narraciones del Nuevo Testamento establecen un hilo conductor con el Antiguo Testamento a través de la tradición profética, de ahí, que cuando Herodes escucha hablar de los milagros de Jesús pensaba que Juan Bautista había resucitado (Cf. Mc 6,14), se decía a sí mismo: “Seguro que aquel Juan, a quien yo decapité, ha resucitado” y establecía la relación con la tradición veterotestamentaria en la persona de Elías o un profeta. La manifestación mesiánica que el pueblo de Israel espera es atribuida a la acción profética de Elías o Juan Bautista, sin embargo, estas manifestaciones no constituyen la plenitud de la manifestación del Hijo de Dios a la humanidad, que es la que el pueblo de Dios aguardará y reconocerá en el Enmanuel, “Dios con nosotros”.
Reflexionemos: En el texto de la Palabra del día de hoy es significativo lo que Jesús dice de Juan Bautista, igualmente nosotros ¿qué podemos decir de las personas que caminan a nuestro lado?, ¿cómo las presentamos o nos referimos a ellas?
Oremos: Padre bueno y Dios de la vida, que mi corazón reconozca con humildad y gratitud la misión de las personas que caminan a mi lado, que valore sus esfuerzos, su entrega constante, sus cuidados maternales o paternales.
Actuemos: A través de un gesto concreto reconozco y agradezco la entrega de una de las personas que caminan conmigo, estimulo su entrega y valoro sus dones.
Recomendado: Material de temporada 2024