13 de enero

Liturgia diaria

En nuestro caminar diario, encontramos en la Palabra de Dios una fuente inagotable de sabiduría, consuelo y guía. La Liturgia del Día nos conecta con la Iglesia universal, permitiéndonos reflexionar y meditar sobre las Escrituras junto a millones de fieles en todo el mundo. Cada lectura es una oportunidad para escuchar la voz de Dios, que nos llama a vivir en su amor y seguir sus enseñanzas.

Escucha La Palabra de Dios para cada día

 

Primera Lectura

Lectura de la Carta a los Hebreos 4, 1-5. 11

Hermanos: Temamos, no sea que, estando aún en vigor la promesa de entrar en su descanso, alguno de ustedes crea que ha perdido la oportunidad. También nosotros hemos recibido la buena noticia, igual que ellos; pero el mensaje que oyeron de nada les sirvió, porque no se adhirieron por la fe a los que lo habían escuchado. En efecto, entramos en el descanso los creyentes, de acuerdo con lo dicho: “He jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso”, y eso que sus obras estaban terminadas desde la creación del mundo. Acerca del día séptimo se dijo: “Y descansó Dios el día séptimo de todo el trabajo que había hecho”. En nuestro pasaje añade: “No entrarán en mi descanso”. Empeñémonos, por tanto, en entrar en aquel descanso, para que nadie caiga, siguiendo aquel ejemplo de rebeldía.

 

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

 

Salmo responsorial 77, 3. 4bc. 6c-8

R. ¡No olviden las acciones de Dios!

Lo que oímos y aprendimos, lo que nuestros padres nos contaron, lo contaremos a la futura generación: las alabanzas del Señor,  su poder /R.
Que surjan y lo cuenten a sus hijos, para que pongan en Dios su confianza y no olviden las acciones de Dios, sino que guarden sus mandamientos / R.
Para que no imiten a sus padres, generación rebelde y pertinaz; generación de corazón inconstante, de espíritu infiel a Dios / R.

Aclamación antes del Evangelio (Lc 7, 16)

Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 2, 1-12

“El Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados”

Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les proponía la palabra. Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo, por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados quedan perdonados”. Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: “¿Por qué habla este así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?”. Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo: “¿Por qué piensan eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico ‘tus pecados quedan perdonados’ o decirle ‘levántate, coge la camilla y echa a andar?’. Pues, para que vean que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados...”. Entonces le dijo al paralítico: “Contigo hablo: Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa”. Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: “Nunca hemos visto una cosa igual”.

 

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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