11 de septiembre

Caminando con Jesús

Caminar con Jesús permitió a los discípulos experimentar, de primera mano, la compasión y la gracia de Dios en acción. Caminar con Jesús hoy, no debería ser diferente. Su compasión y su gracia siguen disponibles para quien quiera experimentarlas.

“Estaban al acecho para ver si curaba en sábado”

(Lc 6, 6-11)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

Dios es bueno y misericordioso, por eso nos ha dado en su amado Hijo, al Maestro de vida que nos enseña con obras y Palabra la profundidad de su amor. Nos dice Lucas en su Evangelio que: Un sábado, entró Jesús en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Jesús se detiene en el hombre enfermo, en aquél que tiene una limitación que puede ser física, psicológica o espiritual, una parálisis que puede ser nuestra y que el Señor quiere sanar. También nos dice que: Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo. Dos formas tan distintas de percibir una realidad. La mirada de Jesús es sanadora; la mirada de los escribas y fariseos se enfoca en el rigor de las normas. Jesús es movido por ese sentimiento de compasión y misericordia para restablecer en todas sus dimensiones a la persona por eso hace de ese día sábado el momento favorable para devolver la salud. Muchas veces hemos escuchado o probablemente nos hemos apropiado de esta expresión: “el tiempo de Dios es perfecto” y lo decimos muy seguramente porque sentimos que hemos alcanzado algo que anhelábamos y veíamos su realización casi imposible, pero se logró entonces reconocemos en ello cómo Dios ha actuado a nuestro favor.

 

Reflexionemos: La invitación que nos hace hoy en Evangelio es a no ser indiferentes ante la necesidad del otro. ¿Soy de los que movidos por la misericordia y el amor salgo al encuentro del necesitado o me ampararnos en normas y leyes  para ser intransigente, olvidándome que el otro es mi hermano?

 

Oremos: Dios de amor, enséñame a  ser más humano y solidario ante el dolor de mis hermanos. Amén.

 

Actuemos: Cerraré mis labios a cualquier murmuración. Me alegraré del bien que puedo ofrecer a los demás. 

 

Recordemos: “Les voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?”.

 

Profundicemos: «Que todos los miembros se preocupen los unos de los otros» (1 Co 12,25)       

 

Libro Recomendado: La Palabra Pan de vida. Comentario al Evangelio diario 2024

 

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