11 de enero

Liturgia diaria

En nuestro caminar diario, encontramos en la Palabra de Dios una fuente inagotable de sabiduría, consuelo y guía. La Liturgia del Día nos conecta con la Iglesia universal, permitiéndonos reflexionar y meditar sobre las Escrituras junto a millones de fieles en todo el mundo. Cada lectura es una oportunidad para escuchar la voz de Dios, que nos llama a vivir en su amor y seguir sus enseñanzas.

Escucha La Palabra de Dios para cada día

 

Primera Lectura

Lectura de la Carta a los Hebreos 2, 14-18

Hermanos: Los hijos de una familia son todos de la misma carne y sangre, y de nuestra carne y sangre participó también Jesús; así, muriendo, aniquiló al que tenía el poder de la muerte, es decir, al diablo, y liberó a todos los que por miedo a la muerte pasaban la vida entera como esclavos. Noten que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote compasivo y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar así los pecados del pueblo. Como Él ha pasado por la prueba del dolor, puede auxiliar a los que ahora pasan por ella.

 

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

 

Salmo responsorial 104, 1-4. 6-9

R. El Señor se acuerda de su alianza eternamente.

Den gracias al Señor, invoquen su nombre, den a conocer sus hazañas a los pueblos. Cántenle al son de instrumentos, hablen de sus maravillas /R.
Gloríense de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor. Recurran al Señor y a su poder, busquen continuamente su rostro / R.
¡Estirpe de Abrahán, su siervo; hijos de Jacob, su elegido! El Señor es nuestro Dios, Él gobierna toda la tierra / R.

Se acuerda de su alianza eternamente, de la palabra dada, por mil generaciones; de la alianza sellada con Abrahán, del juramento hecho a Isaac / R.

Aclamación antes del Evangelio (Jn 10, 27)

Mis ovejas escuchan mi voz –dice el Señor–, y yo las conozco y ellas me siguen.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 1, 29-39

Curó a muchos de diversos males

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: “Todo el mundo te busca”. El les respondió: “Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido”. Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.

 

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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