“Vengan a mí todos los que están cansados”
(Mt 11, 28-30)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
La encarnación del Hijo de Dios aconteció en una realidad histórica concreta que aguardaba al gran liberador frente a tantas situaciones adversas y de esclavitud que vivían las personas de su tiempo, especialmente las clases más pobres y desfavorecidas.
En medio de este ambiente político y cultural, la predicación de Jesús a la gente de su tiempo. le era liberadora y novedosa. El “vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré” verdaderamente fue de alivio sobre todo para quien sintiéndose excluido fue devuelto a la vida de su ambiente familiar y social. La encarnación del Hijo de Dios entre nosotros, en la historia fue precisamente la de asumir esta condición, esta realidad y llevarla a aquello que el Hijo era en el Padre para transformarla: “Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraran descanso”. Jesús ha encarnado otra lógica irradiada en las grandes manifestaciones de misericordia que llevaba al consuelo, a la curación, al perdón. Su mensaje no transforma un panorama político de la época, pero si transformaba la condición de la persona que se encontraba con él desde su realidad haciendo: “su yugo llevadero y su carga liviana”, de ahí, la forma como el seguimiento de Jesús se hizo creíble.
Reflexionemos: En el caminar de mi vida personal, familiar, comunitaria, parroquial, laboral: ¿Qué realidades me han permitido sentir y percibir que Jesús ha hecho mi yugo llevadero y mi carga ligera?
Oremos: Ven, Señor Jesús, e ilumina con tu gracia los corazones cansados por tantas realidades que los agobian. Ven, y alivia con el don de la Palabra, de la Eucaristía, de los sacramentos, de la oración, nuestros yugos. Que tu presencia viva en nosotros traiga descanso a nuestras almas. Amén.
Actuemos: Las realidades más cercanas que acontecen en mi vida personal, familiar y laboral buco acercarlas a la experiencia de Dios para que verdaderamente todo se haga más llevadero a través de la oración, el acompañamiento, la escucha.
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