10 de junio

Liturgia diaria

En nuestro caminar diario, encontramos en la Palabra de Dios una fuente inagotable de sabiduría, consuelo y guía. La Liturgia del Día nos conecta con la Iglesia universal, permitiéndonos reflexionar y meditar sobre las Escrituras junto a millones de fieles en todo el mundo. Cada lectura es una oportunidad para escuchar la voz de Dios, que nos llama a vivir en su amor y seguir sus enseñanzas.

Escucha La Palabra de Dios para cada día

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Primera Lectura

Lectura del primer libro de los Reyes 17, 1-6

En aquellos días, Elías, el tesbita, de Tisbé de Galaad, dijo a Ajab: “Vive el Señor, Dios de Israel, ante quien sirvo, que no habrá en estos años rocío ni lluvia si no es por la palabra de mi boca”. La Palabra del Señor llegó a Elías diciendo: “Sal de aquí, dirígete hacia oriente y escóndete en el torrente de Querit, frente al Jordán. Habrás de beber sus aguas y he ordenado a los cuervos que allí te suministren alimento”. Fue a establecerse en el torrente de Querit, frente al Jordán, procediendo según la Palabra del Señor. Los cuervos le llevaban pan y carne por la mañana y lo mismo al atardecer; y bebía del torrente.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

 

Salmo responsorial 120, 1-8

R. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra / R.
No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme; no duerme ni reposa el guardián de Israel / R.
El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha; de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche / R.
El Señor te guarda de todo mal, Él guarda tu alma; el Señor guarda tus entradas y salidas, ahora y por siempre / R.

Aclamación antes del Evangelio (Mt 5, 12a)

“Alégrense y regocíjense, porque su recompensa será grande en el cielo”.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 1-12

“Bienaventurados los pobres en el espíritu”

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo: “Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos. Bienaventurados ustedes cuando los insulten y los persigan y los calumnien de cualquier modo por mi causa. Alégrense y regocíjense, porque su recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a ustedes”.

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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