01 de agosto

Liturgia diaria

En nuestro caminar diario, encontramos en la Palabra de Dios una fuente inagotable de sabiduría, consuelo y guía. La Liturgia del Día nos conecta con la Iglesia universal, permitiéndonos reflexionar y meditar sobre las Escrituras junto a millones de fieles en todo el mundo. Cada lectura es una oportunidad para escuchar la voz de Dios, que nos llama a vivir en su amor y seguir sus enseñanzas.

Escucha La Palabra de Dios para cada día

Primero lectura 
Lectura del libro de Jeremías 18, 1-6
Palabra que el Señor dirigió a Jeremías: “Anda, baja al taller del alfarero, que allí te comunicaré mi palabra”. Bajé al taller del alfarero, que en aquel momento estaba trabajando en el torno. Cuando le salía mal una vasija de barro que estaba torneando (como suele ocurrir al alfarero que trabaja con barro), volvía a hacer otra vasija, tal como a él le parecía. Entonces el Señor me dirigió la Palabra en estos términos: “¿No puedo yo tratarlos como este alfarero, casa de Israel? –oráculo del Señor–. Pues lo mismo que está el barro en manos del alfarero, así están ustedes en mi mano, casa de Israel”.

L: Palabra de Dios.
T: Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL 145, 1b-6
R. Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob.

Alaba, alma mía, al Señor: alabaré al Señor mientras viva, tañeré para mi Dios mientras exista / R.
No confíen en los príncipes, seres de polvo que no pueden salvar; exhalan el espíritu y vuelven al polvo, ese día perecen sus planes / R.
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, el que espera en el Señor, su Dios, que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en él / R.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO ( Hch 16, 14b)
“Abre, Señor, nuestro corazón, para que aceptemos las palabras de tu Hijo”.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 13, 47-53

“Reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran”

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: “El Reino de los Cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Han entendido todo esto?”. Ellos le responden: “Sí”. Él les dijo: “Pues bien, un escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es  como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo”. Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.

S: Palabra del Señor.

T: Gloria a ti, Señor Jesús.

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